Almas en pena

 Los fantasmas en Roma

Mientras para nosotros se acercan las fechas de las distintas celebraciones a los espíritus, el muy comercial Halloween y el más serio día de los Muertos, los romanos también tenían sus días para los muertos pero en otras fechas. En mayo, en la mayoría de los hogares romanos se realizaban los lemuria, el exorcismo ritual de malos espíritus.

Cada hogar estaba habitado por una serie de espíritus, alguno de ellos buenos. Otros, no tanto.

Los romanos veneraban profundamente a sus antepasados. Es que para ellos, un romano no se iba cuando moría, si no que permanecía velando por los suyos, para bien y para mal. En la mayoría de las casas se conservaba un larario o pequeño altar familiar donde se dejaban ofrendas y plegarias a los espiritus familiares que protegían el hogar, llamados lares.

Restos de un larario en Pompeya

La primera mitad de mayo eran días aciagos para los romanos. En esas fechas se cuidaban de no contraer nupcias o ejecutar acciones importantes. Esto era porque en esas primeras semanas del mes debían llevarse a cabo los lemuria, una acción cuyo fin era apaciguar a los espíritus insatisfechos que amenazarían con comerse el alma de todos los residentes. El encargado de este ritual era el hombre cabeza de familia, el pater familia. A la medianoche de los días 9, 11 y 13 de ese mes, el pater familias marchaba descalzo al larario realizando el gesto de la figa protectora con la mano.

Amuleto con la señal de la figa. Se realiza poniendo el pulgar sobresaliendo entre el dedo índice y el medio

Caminando en la oscuridad y con los fantasmas en pena y hambrientos a su alrededor, el pater familias nunca debía voltearse mientras recorría la casa. Luego de lavarse las manos, tomaba unas nueve habas que se preparaban para la ocasión. Esta legumbre era muy valorada por los romanos, ya que por su color oscuro se asociaban a los muertos, la sangre y al inframundo.

Habas: ahora con valor alimenticio ¡y espiritual!

Por medio del poeta Ovidio nos han llegado los detalles de este ritual: el pater familias camina por todo el hogar, tirando las habas por encima de su hombro exclamando "Haec ego mitto, his redimo meque meosque fabis" (Lanzo estas habas, y con ello me salvo a mi y a los míos). Terminado esto, vuelve al larario y, luego de lavarse de nuevo las manos, hace sonar una campanilla de bronce. Esta es la señal para que los espíritus devoren las habas y no a los vivos de la casa.

Imagen extraída de Antigua Roma al Día (Twitter @antigua_roma)

En todo este proceso nunca debe darse vuelta, ya que esto interrumpiría el ritual y enfurecería a los lemures. En voz clara y resonante, debe decir "Manes exite paterni" (Espiritus de mis antepasados, márchense) nueve veces. Como en muchos rituales romanos, el número tres adquiere gran importancia: tres veces tres hay que pedirle a los fantasmas que se vayan. Y luego de esto, el momento de la verdad: soportando el miedo, el pater familias debe finalmente voltearse. Si el ritual se ha completado con éxito, los fantasmas se encontrarán satisfechos y ya no estarán allí.

¿Se irían o no los espíritus?

También vale aclarar que ese nombre también se le ha otorgado a una raza de primates, ya que, según el botanico Carlos Lineo que los bautizó, "los llamé [a estos animales] lemurs, porque salen a explorar durante la noche, de cierta forma parecido a los humanos, y vagan a un ritmo lento y penoso".

Muy fácil confundirlo con los vengativos espíritus de tus antepasados

La misma palabra "lemur", viene de una deformación del vocablo "remúria", referencia al espíritu sin descanso del asesinado Remo. Ovidio afirma que el mismismo Rómulo instituyó estos rituales para apaciguar la presencia de su hermano. En la vida romana, los espíritus jugaban un rol central y los había de muchos tipos, buenos, malos y todo lo que hay entre medio de esto. Quizás se nos haya pasado la fecha, pero, por las dudas, cuídense de los lemures en estas tenebrosas noches.


Fuentes:
Ovidio Nasón, Fastos, libro V. 419 - 492.
Lineo, Carlos (1758): Systema Naturae. Págs. 29 - 30.

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