Protagonistas de la República: Lucio Junio Bruto

Lucio Junio Bruto


No es una confusión, la palabra "bruto" significa lo mismo para los romanos que para nosotros hoy en día: estúpido. Entonces ¿por qué un estúpido fue el primer gran líder de la República romana? Realmente, Lucio Junio Bruto actuaba ante todos como un disminuido mental, y los Tarquinios lo mantenían cerca como bufón para divertirlos. Como Tito Livio nos explica, todo esto era una estrategia del joven Bruto:

Los hijos de Tarquinio tenían como compañero de viaje a Lucio Junio Bruto, un joven de un carácter muy diferente del que fingía tener [...] por órdenes de su tío, Bruto determinó que su inteligencia debía dar el rey motivo de alarma y buscaría la seguridad en la oscuridad y el abandono [...] cuidó tener el aspecto y el comportamiento de un idiota, dejando al rey hacer lo que quisiera con su persona y bienes, y ni siquiera protestar contra su apodo de "Brutus".

Pero esta táctica del joven Bruto no significaba que no prestara atención a los designios de los dioses y, de a poco, comenzó a pensar en destronar al mismísimo Tarquinio.

La historia cuenta que fue llevado al oráculo de Delfos por los hijos de Tarquinio Superbo, más como un bufón para su diversión que como un compañero  [...] Después de cumplir el encargo de su padre, los jóvenes hermanos estaban deseosos de averiguar cuál de ellos heredaría el reino de Roma. Se oyó una voz desde lo más profundo de la caverna [del oráculo]: "Quien de vosotros, jóvenes, sea el primero en besar a su madre, tendrá el poder supremo en Roma". Los dos Tarquinios insistieron en mantener un silencio absoluto sobre el tema y echaron a suertes cuál de ellos sería el primero en besar a su madre a su regreso a Roma. Bruto, pensando que la voz del oráculo tenía otro significado, fingió tropezar, y al caer besó el suelo, pues la tierra es, por supuesto, nuestra madre común.


Ruinas del oráculo de Delfos

El juramento

Cuando Colatino se entera del crimen de Sexto, el hijo mayor de Tarquinio, contra su mujer, Lucrecia, se encontraba acompañado por Lucio Bruto. Lucrecia también había pedido la presencia de su padre, Lucrecio, que también tenía cerca un compañero de confianza: Publio Valerio, el futuro cónsul Publicola. Luego de ser testigos del suicidio de Lucrecia, Bruto abandonó su fachada de hombre tonto y pronuncio uno de los juramentos mas importantes de la historia de Roma y que lo encumbró como la cabeza de la rebelión:

Mientras estaban encogidos en el dolor, Bruto sacó el cuchillo de la herida de Lucrecia, y sujetándolo goteando sangre frente a él, dijo: "Por esta sangre (la más pura antes del indignante ultraje hecho por el hijo del rey) yo juro, y a vosotros, oh dioses, pongo por testigos de que expulsaré a Lucio Tarquinio el Soberbio, junto con su maldita esposa y toda su prole, con fuego y espada y por todos los medios a mi alcance, y no sufriré que ellos o cualquier otro vuelvan a reinar en Roma." Luego le entregó el cuchillo a Colatino y luego a Lucrecio y Valerio, que quedaron sorprendidos de su comportamiento, preguntándose dónde había adquirido Bruto ese nuevo carácter. 

Juraron como se les pidió; todo su dolor cambiado en ira, y siguieron el ejemplo de Bruto, quien les convocó a abolir inmediatamente la monarquía. Llevaron el cuerpo de Lucrecia de su casa hasta el Foro, donde a causa de lo inaudito de la atrocidad del crimen, reunieron una multitud. Cada uno tenía su propia queja sobre la maldad y la violencia de la casa real. Aunque todos fueron movidos por la profunda angustia del padre, Bruto les ordenó detener sus lágrimas y ociosos lamentos, y les instó a actuar como hombres y romanos, y tomar las armas contra sus insolentes enemigos. 


Juramento de Junio Bruto o La muerte de Lucrecia (oleo al lienzo de Alexandre Evariste Fragonard, 1797)

La traición

Sin duda, el momento mas oscuro de Bruto fue al enterarse de la conspiración monarquica en la que se encontraron involucrados sus hijos. Para este entonces ya encumbrado cómo cónsul, Bruto daría muestra del típico carácter estoico de los romanos, imperturbable ante los sacrificios en aras del bien público. Plutarco nos relata el terrible episodio así:

En todos fue muy grande la consternación y el silencio: algunos, propusieron el destierro, y concurrieron a dar alguna esperanza, Colatino no podía contener las lágrimas, y Valerio callaba; pero Bruto, llamando por sus nombres a sus hijos: “Ea, Tito- dijo-, y tú Tiberio, ¿por qué no os defendéis de la acusación?” Como nada respondiesen, preguntados tres veces, entonces, vuelto a los lictores: “Aquí nadie tiene ya qué hacer- les dijo- sino vosotros”. 

Echando, mano a los jóvenes, les rasgaron las ropas, ataron las manos a la espalda, y con varas hirieron sus cuerpos, no pudiendo los demás ver semejante espectáculo, ni teniendo corazón para ello; mas de Bruto es fama que no volvió sus ojos a otra parte, ni por compasión hubo mudanza en la iracundia y severidad de su semblante, sino que se mantuvo mirando con fiereza hacia los hijos mientras se les castigaba, hasta que los lictores los derribaron en el suelo, y con la segur les cortaron la cabeza.


Bruto pronuncia su sentencia fatal a sus hijos (oleo al lienzo de Guillaume Guillon Léthiere, 1811)

La conspiración había sido descubierta por un esclavo llamado Vindicio, quién descubrió en la casa de su amo unas cartas provenientes de Tarquinio. Luego de las ejecuciones, se le concedio la libertad a Vindicio, un proceso que paso a ser llamado "vindicto". Hoy en día, la palabra "vindicación" contiene el legado de este esclavo, cuyo merito y responsabilidad fue reconocido y recompensado.

La muerte de Bruto

Tarquinio logró convencer a los etruscos de Veyes para atacar a Roma y, si bien los romanos obtuvieron un triunfo muy ajustado, pagaron un precio muy caro: la vida del primer gran líder republicano. Según las leyendas, Bruto murio mientras comabatía mano a mano con Arrunte, uno de los hijos de Tarquinio que lo había acompañado en el viaje al oráculo de Delfos.

Conforme se aproximaban, [Arrunte] pudo distinguir claramente a Bruto por sus facciones, y en un arrebato de ira exclamó: "¡Ese es el hombre que nos expulsó de nuestro país; miradle avanzar, llevando con orgullo nuestra insignia! ¡Dioses, vengadores de reyes, ayudadme! " Con estas palabras, clavó espuelas en su caballo y se dirigió directamente hacia el cónsul. Bruto vio que que venía hacia él. Era asunto de honor en esos días que los líderes entablaran combate singular, así que aceptó el reto con entusiasmo y se cargaron con tal furia, sin pensar ninguno en protegerse como si sólo ellos pudiesen herir a su enemigo, que ambos chocaron sus lanzas al mismo tiempo contra el escudo contrario, y cayeron mortalmente heridos de sus caballos, con las lanzas ensartándoles. 

Por la muerte de Lucio Junio Bruto, la ciudad se sumió en un año entero de duelo, uno de los duelos mas extensos que vivió Roma. Fue especialmente recordado por las madres y las mujeres embarazadas, que lo honraban como un defensor de la castidad y la pureza femenina.

El duelo final contra Arrunte (oleo por Giambattista Tiepolo, 1729)


Fuentes:
Tito Livio, Ab Urbe Conditia, libro 1, 56  y 59,  libro 2, 5 - 6
Plutarco, Publicola, VI, en Vidas Paralelas, Tomo I

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