Enemigos de Roma: los Samnitas
Desde que los etruscos perdieron influencia en el sur de Italia a manos de los volscos y los ecuos en el centro de la península, los samnitas ganaron terreno. Entre otras tribus, como los umbros, los oscos y los lucano, este pueblo prosperó a partir del siglo VI a.C. y se expandió por todo el centro de la región. El mismo vocablo de "samnita" era usado por los romanos para referirse a una confederación de cuatro tribus: los pentros, los caracenos, caudinos e hiripinos. De ellos, los pentros eran los mas influyentes. Ocuparon el escarpado territorio de los montes Abruzos y Molisios (región que los romanos llamaron Samnio), aunque luego se expandieron a Campania, del lado occidental de la península itálica, lo que los llevaría a la guerra contra Roma. Entre los muchos pueblos italianos, los romanos guardaban un gran respeto por los samnitas, a quienes solían juzgar como fuertes y resistentes luchadores.
Montes Apeninos, en la region de Abruzo
Supuestamente eran descendientes de los sabinos o sabelios, como también los llamaban, dado que los romanos no solían distinguir muy claramente entre algunas de las tribus itálicas a las que consideraban extranjeras. Su lengua era de origen osco, como muchas otras comunidades del centro de Italia. Por su cercanía con los latinos, fueron muy influenciados por esta cultura, pero hay poderosas evidencias de cómo los griegos determinaron mucho para los samnitas. La religión y el culto era muy similar a la de los helenos, con dioses con forma humana. Incluso, por lo hallazgos arqueológicos, es probable que hayan venerado a Hércules. Pero a diferencia de los griegos, no daban prioridad a ciertas divinidades por encima de otras. En la tabla Osca, uno de los principales registros que sobreviven de ellos, se encuentra el nombre de diecisiete dioses distintos. Y sus templos tampoco parecían estar dedicados a una sola divinidad, si no a la actividad del culto en general.
Izquierda: la tabla Osca Agnone, registro de la lengua osca y sus dioses. Derecha: ruinas del templo samnita de Pietrabbondante
Los fieros guerreros samnitas marchaban a la guerra con sus cascos enarbolando plumas y penachos vistos, ataviados en coloridos ropajes. Gracias a las tumbas descubiertas en los últimos siglos, sabemos que los samnitas utilizaban espadas y dagas muy similares a las que luego adoptaría el ejército romano. Otra parte típica del soldado samnita era la coraza de discos, una forma de protección pectoral. Esto, sumado a las lanzas y jabalinas utilizadas para las escaramuzas, nos da una imagen clara de los soldados que darían tantos problemas a Roma.
Equipamiento típico de un soldado samnita
La forma de gobierno que tenían es otra de sus particularidades: lejos del estilo oligárquico de los latinos, eran gobernados por un gran magistrado, llamado meddix tuticus, que gobernaba cada pueblo o touto. Cada touto no representaba una urbe o ciudad, si no mas bien al conjunto de una tribu. En el centro de los touto había un templo donde se mantenía prendido un fuego sagrado y se realizaban los juramentos a la hora de marchar a la guerra. No eran sociedades muy estratificadas, así que las diferencias sociales eran mínimas y los meddix eran elegidos democráticamente por un consejo, aunque una vez electos los meddix tendrían poder absoluto y no obedecerían a ningún senado o asamblea. Además, el meddix debía oficiar en todos los ritos religiosos.
Representación artística de un meddix
Similar a los romanos, los samnitas tomaban muy en serio sus juramentos. Una de las fuerzas de élite de su ejército, la legio linteata, se basaba en un complejo ritual de juramentos y maldiciones. Este ritual supuestamente secreto consistía en la realización de sacrificios en un recinto sagrado, a donde solo acudían los nobles y mas fuertes guerreros, bajo invitación exclusiva. Luego de sacrificar animales, los postulantes daban un paso al frente y tenían que proferir una horrenda maldición sobre sí mismos, sobre sus familias y sobre toda su descendencia si alguna vez evitaban una pelea, no iban a la batalla o no mataban con sus propias manos a quien desertara del ejército. Quien no profiriera este cántico, era ejecutado sobre el mismo altar donde se habían realizado los sacrificios. Luego de esto, el comandante ordenaba a diez de estos postulantes que seleccionaran a un compañero para que realizara este ritual. Esto debía proseguir hasta que formaran una fuerza de 16000 soldados. Además de la fanática legio linteata, los samnitas solían disponer de una fuerza de otros 20000 hombres.
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