El arsenal de las legiones
Lo más fácil de describir probablemente son los vélites. Su protección casi siempre consistían de un escudo circular de 90 cm. de diámetro, muchas veces hecho de madera y cuero, llamado parma velitari, y un casco, aunque también portaban pieles de lobos o otros animales en la cabeza para intimidar al enemigo y ser más fáciles de distinguir en el campo de batalla. Solían llevar una espada corta al estilo griego (una xiphos) y al menos dos jabalinas, con las que debían atacar al enemigo para luego retirarse al fondo de las legiones. También hay instancias en las que utilizaban venablos para lanzar proyectiles. Cómo provenían de las capas mas pobres de la sociedad, casi nunca llevaban ninguna clase de armadura.
En toda la infantería romana, predominaba un arma que conocemos bastante bien de la época de la falange: la lanza. Pero a diferencia de los estáticos hoplitas, la lanza era usada por los romanos para ser arrojada a distancia. La forma más típica de la lanza era el pilum, como se describió en el último capítulo. Si bien los romanos no fueron sus inventores, el uso que le dieron en la legión manipular alcanzaría enorme fama. Era lanzada contra el enemigo previo al choque frontal, mano a mano con espada, por lo que el enemigo tenía que afrontar una lluvia de pila (plural de pilum), antes de empezar la lucha. El peso del mástil de madera hacía que esta lanza, una vez arrojada, se rompiera y fuera inutilizable para el enemigo, así como provocaba que fuera dificil removerla de donde se clavaba. Los legionarios de primera línea, o hastati, solían llevar una sola de ellas, mientras que los princeps y triarios, de la segunda y tercera línea respectivamente, llevaban dos. En cuanto a las espadas, los romanos siguieron en buena medida el modelo de las xiphos griegas hasta el inicio de las Guerras Púnicas, en el siglo III a.C., cuando pasarían a copiar las espadas usadas por los soldados provenientes de la región de Hispania.
Otro de los elementos que hicieron muy popular a las legiones fueron sus escudos, el famoso scutum. De forma oval, convexos y de gran tamaño (un metro de altura por 90 cm de ancho, solía pesar más de 5 kg), eran construidos por dos maderas recubiertas de cuero, unidas con pegamento, con los bordes reforzados con hierro o bronce. La unión central o umbo también estaba hecha de esos metales y reforzaba aún mas la constitución del escudo, así como daba una manija para que fuera sostenido desde el interior. En sí, mas que protección, era un arma ofensiva: existen varios registros de que se usaba para empujar y golpear al enemigo. Su gran tamaño también ayudaba a mantener la cohesión del manípulo, ya que cubría sobradamente al legionario y a sus compañeros. En la cara frontal solían llevar dibujos que identificaban a que legión o parte de la infantería pertenecían.
Los roles de la infantería pesada se distinguían muy claramente por su armadura. Los vélites solían llevar muy poca armadura: casco con penachos, quizás protección para las piernas, y una placa de metal sobre el pecho agarrada con tiras de cuero a modo de peto, a veces llamados "protectores del corazón". En cambio, a partir de la segunda línea de infantería pesada era más común ver a los princeps y a los triarios ataviados en una loriga hamata o cota de malla, que les otorgaba una protección mucho mayor. Lo mas curioso de la protección es que los penachos de los cascos servía para identificar a que parte de la infantería provenían: los hastati solían llevar plumas o distintivos de colores claros, los princeps tenían penachos rojos y los triarios de color negro.
Con esta detalladísima diversidad, se puede ver claramente el porque la legión era una forma militar tan versátil. No conforme con esto, sus tácticas y su armamento irían cambiando a medida que enfrentaran a más enemigos, dándoles la característica mas necesaria para la supervivencia: la adaptabilidad.
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