El ejército de Aníbal (Parte 2)
El multinacional ejército de Aníbal fue una de las fuerzas mas formidables de su tiempo. Para seguir conociendo a fondo su diverso elenco, vamos a continuar con la entrada de la semana pasada, repasando alguna de las unidas mas conocidas de esta absoluta maquina de guerra comandada por uno de los enemigos más grandes de Roma.
Dentro del ejército cartaginés, para la época de las Guerras Púnicas, la mayor parte de la fuerza consistía de mercenarios, aliados y clientes de los norafricanos. Sin embargo, había una porción fija de el ejército compuesta por soldados ciudadanos de Cartago. Y dentro de ese grupo reducido, había un cuerpo de élite, conocido como el Batallón Sagrado. Estaban armados al estilo de hoplitas pesados, con armadura completa y las armas de mejor calidad que podía comprar el dinero cartaginés. Lejos de ser un regimiento homogeneo, se dice que su armadura pudo haber estado compuesta por corazas de bronce esculpido, cotas de malla o de escamas metálicas, o el famoso linotorax típico de los hoplitas griegos; los cascos también variaban en estilo y en algunos casos estaban ornamentados con pieles de animales. Lo único en común entre estos tipos de armaduras sería el lujo y el adorno que viene con llevar el equipamiento mas caro disponible. Elegidos por su fuerza, riqueza y valentía, este cuerpo de entre 2000 y 3000 soldados tenia su asiento en la ciudad de Cartago. Si bien no se sabe con certeza si estuvieron durante la campaña italiana de Aníbal, es probable que un reducido grupo de ellos haya funcionado como guardia personal de los generales y definitivamente habrían participado en las luchas finales de la Segunda Guerra Púnica.
En el Mediterráneo, un grupo mercenario extremadamente codiciado y muy usado por los cartaginenses fue el de los honderos baleares. Con un arma tan humilde como una honda, estos habitantes de las islas Baleares eran los mas diestros en el lanzamiento de proyectiles y fueron los mas letales escaramuzadores del Mediterráneo occidental. Dado el terreno y la vida agreste en las islas, desde muy pequeños aprendían a usar la honda para sobrevivir. Luchaban como infantería ligera para ablandar al enemigo antes del enfrentamiento y, por ello, iban nada mas armados con la honda, algún arma corta de mano o jabalinas. Por este rol que cumplían, su armadura era mínima y según algunos testimonios, luchaban desnudos. Lo mas probable es que nada más llevaran una túnica, un casco de cuero y, quizás, algún pequeño escudo o broquel de madera y cuero. Algunos llevaban las hondas atadas a la frente o a la cintura y podían llevar hasta tres tipos distintos de ellas para distinta potencia y alcance. Eran especialmente mortíferos para realizar emboscadas y fueron aprovechados mucho después de las Guerras Púnicas por los romanos. Hasta tal punto se recordó su efectividad que, aún muchos siglos después, durante la época imperial de Roma se recomendaba a los legionarios instruirse en el manejo de la onda según el uso de los soldados baleares.
Fuera de la famosa caballería númida, la caballería del ejército de Aníbal tenía un buen número de ciudadanos cartagineses, de libio-fenicios y de galos. A diferencia de los númidas, estos cuerpos actuaban como caballería pesada. Los cartagineses y libio-fenicios se armaban al estilo helenístico-macedonio, con armadura de bronce o linotórax, cascos, grebas, espadas cortas, lanzas y escudos redondos pesados. Incluso revestían a sus caballos con armaduras o laminas de bronce para protegerlos. Podían cargar y medirse cuerpo a cuerpo con cualquier caballería enemiga. Los galos, además, iban revestidos de cota de malla y armados con espadas mas largas que la caballería al estilo heleno. En particular, los galos también lanzaban jabalinas antes de chocar contra el enemigo, cumpliendo así la función de escaramuzadores y caballería pesada a la vez. En su paso por Galia, los Alpes y el norte de Italia, Aníbal pudo enrolar a muchos de estos galos como mercenarios.
Luego de propinar a los romanos las grandes derrotas del Trebia, del Trasimeno y, en especial, de Cannas, los cartaginenses pudieron contar con la colaboración de varios pueblos itálicos que se sumaron a la causa de Aníbal. Buscando sacudirse el yugo de Roma, tribus de brucios, lucanos y lucanos, del sur de Italia, se sumaron al ejército cartaginés como parte de la infantería. Además, muchas tribus samnitas también entraron a las filas de Aníbal. La mayoría de ellos estaban armados al estilo tradicional de los pueblos itálicos: cascos de bronce ornamentados con plumas y penachos, corazas de discos o linotorax, lanzas, espadas cortas y escudos rectangulares similares al scutum romano. Al pasar casi 17 años en Italia y con el paso de las batallas, Aníbal tuvo que llenar sus filas con estos soldados hasta el punto que al final de su campaña es probable que la mayor parte de su infantería estuviera compuesta por estos italianos.
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