El sacrificio de Regulo
En el último capítulo del podcast, vimos como uno de los cónsules romanos, Atilio Regulo, arruinaba la invasión de África por su propio orgullo y su hambre de gloria. Pero Regulo es recordado como uno de los ejemplos mas claros de la valentía y el honor romano.
La derrota del ejército de Regulo a manos de los cartaginenses, en los llanos de Bagrada
Luego de ser capturado por los cartaginenses, el cónsul sufrió un prolongado cautiverio que se extendió por cinco años. Para esas fechas, durante el año 250 a.C., los cartaginenses sufrieron una desastrosa derrota en la ciudad siciliana de Palermo, tomada por los romanos. Con la expansión del control romano sobre la isla, los cartaginenses buscaron una vez más obtener algún acuerdo con Roma. Según los distintos recuentos, los norafricanos enviaron una embajada a Roma con el objetivo de obtener la paz o, al menos, lograr intercambiar prisioneros con los romanos. Como sabían que estos eran huesos duros de roer, los líderes cartaginenses enviaron a Regulo como parte de esa embajada para que convenciera a sus compatriotas. En estos años como prisionero, Regulo pudo ser testigo de las penas que pasaron los romanos esclavizados luego de su derrota, así como la difícil situación política y económica en la que entraba Cartago hacia el final de la guerra.
Regulo rechaza los ruegos de su familia (óleo sobre lienzo de Andreis Lens, 1791)
Para asegurar su fidelidad, Regulo fue obligado por los cartaginenses a jurar solemnemente que, en caso de no volver con un tratado favorable de Roma, su destino sería volver a Cartago para ser ejecutado. A sabiendas de esto, Regulo se presentó ante el Senado romano como parte de la comitiva cartaginesa. Para el horror de sus captores, Regulo paso a explicarle a sus compatriotas las debilidades de Cartago y como el Senado tenía que olvidarse de los prisioneros romanos, ya que representaban lo mas débil del ejército (el mismo incluido). Finalmente, los exhortó a seguir la guerra contra Cartago hasta la victoria final. Aclamado por su astucia, muchos romanos intentaron persuadir a Regulo para que se quedara en Roma. Sus propios familiares y amigos se hicieron presentes para esto. Pero a pesar de todo, Regulo permaneció inflexible. Había dado su palabra de que cumpliría y si su palabra no valía nada entonces él no era nada. Con esto, marchó de vuelta a Cartago para enfrentarse a su final.
El suplicio de Regulo, mientras los cartaginenses colocan clavos en su ataúd
Hay muchos relatos sobre el suplicio de Regulo: puesto en un cofre con pinchos y luego enterrado, con los parpados cortados y luego expuesto a la luz del sol o envenenado. La brutalidad de los cartaginenses inflamó los ánimos romanos, quienes no se sintieron culpable de desquitarse con los prisioneros enemigos. Aunque el relato es de dudosa veracidad, la virtud de Regulo lo convirtió en un héroe, modelo del carácter romano. Aunque capitaneó muchas victorias en el sur de Italia, en el cabo Ecnomo y en la ciudad africana de Adís, la idea de que este general sacrificándose por Roma y por su honor caló hondo. Muchos años después, el político Cicerón rescataba el sacrificio de Regulo como demostración de un ejemplo de la moral romana: "La salvación de la República es la ley suprema".
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