Enemigos de Roma: los epígonos

Enemigos de Roma: los reinos de los epígonos 

Luego de la Segunda Guerra Púnica, los romanos quedaron como la potencia hegemónica del mar Meditarráneo occidental. Pero al otro lado de ese mar, una variedad de reinos se preparaban para plantarles cara de igual a igual. Estos eran los reinos de los epígonos, los protagonistas indiscutidos en el mundo helénico. A su momento, Roma enfrentaría uno a uno a los epígonos y la República romana finalizaría cuando conquistaran al último de estos reinos.

Los reinos de los diádocos y las invasiones de los galos

Los orígenes de todos estos reinos tenían un antecedente en común: el imperio de Alejandro Magno. Luego de la muerte del conquistador macedónico, los generales de su ejército no perdieron tiempo en dividirse entre ellos las tierras que Alejandro había adquirido. Los generales de las fuerzas macedónicas serían conocidos como los diadocos o "sucesores". Cómo los hijos de Alejandro eran apenas bebes a la muerte del gran rey, sus generales por un tiempo argumentaron que gobernarían hasta que ellos fueran mayores. Esta farsa duraría poco, ya que unos pocos años después entrarían en una extensa serie de descarnadas guerras. En los 20 años que siguieron a la muerte de Alejandro Magno, la mayoría de la familia del conquistador, incluyendo sus hijos, esposas y madre, habían sido asesinados y los diadocos habían repartido las tierras de todo el imperio. En este desolador panorama, hacia el 301 a.C. y luego de cuatro cruentas guerras, tres de los veinte diadocos emergieron como vencedores. Ellos fundarían sus propias dinastías en cada uno de los territorios que obtuvieron: Casandro en Macedonia, Seleuco en Siria y Ptolomeo en Egipto. Los sucesores de estos grandes generales sería los llamados epígonos.

Macedonia

Falange contra falange en las guerras dinásticas de Macedonia

La patria de Alejandro Magno sería una de las victimas de las turbulentas políticas helenísticas. Pese a ser uno de los ganadores, la dinastía de Casandro sobreviviría muy poco y solo una decada después de terminar con la guerra de los diadocos, toda su familia perecería. Sin embargo, con el tiempos sería reemplazada por la familia de otro general de Alejandro, los Antigónidas, descendientes de Antígono. Los Antigónidas lograrían estabilizar el reino de Macedonia y reconquistar tierras en Tracia que estaban bajo el poder de la familia de Lisimaco, otro de los diadocos. Pese a esto, también tuvieron que enfrentar otros obstáculos: ni bien Alejandro murió, las ciudades-Estado griegas se rebelaron y formaron confederaciones y ligas para mantener su independencia de los reyes macedónicos. Además, entre el 290 a.C. y el 270 a.C., tribus galas invadieron Grecia y Asia Menor desde el norte, sacudiendo a los convulsionados reinos helenísticos. A pesar de todo esto, a partir del reinado de Antígono II, comenzaron a recuperar algo de su perdida estabilidad. Aliados con el reino vecino de Epiro comenzaron a intentar someter a los griegos y tracios, así como volver a organizar el ejército macedónico. La falange de hoplitas de los macedonios continuó siendo una de las fuerzas más temidas como en los tiempos de Alejandro y los reyes Antigónidas la emplearon para poner en orden el caótico reino de Macedonia y retomar su ambición hegemónica sobre Grecia y el Mediterráneo.

Imperio Seléucida

Soldados helénicos montados en elefantes

Uno de los grandes ganadores de las guerras de los diadocos fue el general de infantería Seleuco. A través de una sagaz política, había logrado recibir el control de Asia Menor, Siria y el resto de las satrapías asiáticas del imperio de Alejandro. Pese a que el rey Seleuco I logró con muchos esfuerzos mantener el imperio unido, sus sucesores perderían el control, primero de los dominios orientales, como las zonas más cercanas a la actual India y Afganistán, y luego en Asía Menor frente a una inesperada invasión de galos, este imperio seguiría manteniéndose como uno de los principales poderes del Mediterráneo.  A diferencia de Macedonia, la dinastía de los Seléucidas lograría rápidamente cierta estabilidad y reinarían desde su rica capital en Antioquía, una de las capitales culturales del mundo helénico. Además, su ejército que en un principio dependía de la falange al estilo macedónico, pronto la caballería adquiriría un rol creciente, dado los territorios extensos y desérticos de este reino, así como los elefantes traídos de los dominios mas orientales. Aún así, la infantería siguió teniendo un enorme prestigio y Seleuco, quién había sido jefe de infantería de Alejandro, se aseguró desde un principio de contar con los veteranos del ejército macedonio, los "escudos plateados", en su bando. Otros de los oponentes de este reino fue Egipto, contra quienes librarían las llamadas Guerras Sirias en cuatro ocasiones, luchando por el control de esa estratégica zona. 

Egipto

La esplendorosa Alejandría con su Faro, una de las siete maravillas del mundo antiguo

A diferencia de los otros reinos, la dinastía fundada por Ptolomeo Lagos adoptaría la cultura y el estilo del país que gobernaban. Por ello, Ptolomeo y sus descendientes tomarían el título de faraón, como en su momento también Alejandro lo había hecho. Por ello, Ptolomeo II también adoptaría la costumbre de desposar a su hermana, como los faraones de antaño acostumbraban a hacer para mantener la línea de sangre real "pura". Una de las cosas que más serían recordadas sería su capital, Alejandría, que se convertiría en el centro cultural más grande de todo el mundo helénico. Además de controlar Egipto, los ptolemaicos o Lagidas (como también se los llamó) lucharon enconadamente por Siria, donde se enfrentarían a los Seléucidas, y por las islas del Mediterráneo, como Chipre, Rodas y los archipiélagos del mar Egeo. Cómo los Seléucidas, adoptarían el uso de los elefantes en la guerra, pero en este caso serían los elefantes africanos. También, con el tiempo, los miembros de la clásica falange macedónica o griega serían reemplazados por los nativos egipcios, que aprenderían las tácticas del mundo helénico. Aún así, como muchos reinos africanos, serían adeptos a utilizar mercenarios de entre los locales. Pese a que a lo largo de los siglos perderían sus posiciones en el mar Egeo y en Siria, el reino egipcio sería el último en caer. La dinastía ptolemaica reinaría hasta el 30 a.C., cuando su última reina, Cleopatra VII, se suicidara luego de ser vencida por Gayo César Octaviano, quién luego se convertiría en el primer emperador de Roma: Augusto. 

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