Sofonisba: amor y política en Cartago
Entre los númidas, había una división fundamental entre las confederaciones de tribus de los mauritanos en las orillas frenta a Hispania, lo masesilos en la zona occidental (actual Algeria) y los mesulios en la parte oriental (en la actual Túnez, más cercanos geográficamente a Cartago). Aprovechando esta división, los cartaginenses mantenían el control del territorio que ocupaban estos pueblos. Luego de la Primera Guerra Púnica, cuando Cartago se vio envuelta en una guerra con sus propios mercenarios, un grupo de los mesulios fueron la pieza mas importante del ejército que permitió a Amílcar Barca salvar a la ciudad. Por ello los mesulios obtuvieron la alianza de Cartago. Entre ellos, el príncipe de los mesulios Massinisa se vuelve un capitán de caballería en el ejército de Amílcar y obtiene la mano de la hija de uno de los mas importantes generales cartaginenses: Sofonisba.
La pequeña Sofonisba era hija de Asdrúbal Giscón. Asdrúbal sería uno de los generales más destacados en Hispania durante la Segunda Guerra Púnica, luchando codo a codo con los númidas de Masinisa, contra las legiones de los Escipiones. Por su lado, Sofonisba se criaría en la cosmopolita Cartago y demostraría una enorme agudeza para entender el mundo en el que vivía. Los historiadores romanos, en especial Dion Casio, la destacaba como una joven entendedora de letras, muy hábil para reconocer movimientos políticos y actuar activamente, más que ser simplemente una "esposa trofeo". Además, varios reconocieron una proverbial belleza solo comparad con su capacidad para cautivar y manipular a otros. Por ello, cuando el trono de los mesulios entra en una crisis sucesoria, Sofonisba busca atraer al líder de los masesilos, el rey Sifax.
Este fue solo el comienzo de los problemas para Sofonisba. El rey Sifax se enamoró perdidamente de la joven aristócrata y el compromiso de ella con Masnisa lo ofendía a mas no poder. Hasta tal punto se enfureció que decidió llevar a los masesilios a la rebelión contra los cartaginenses para hacerse con la joven. Para ello, contactó a los romanos y propuso ante el mismisimo Escipión que juntos tomaran la gran Cartago. En pánico, el Senado cartaginés entregó la mano de Sofonisba a Sifax, sin siquiera consultarle a ella o a Giscón, quién seguía luchando en Hispania. El matrimonio, celebrado en el 206 a.C., sellaría la alianza entre los masesilios del poderoso rey Sifax y Cartago. El padre de Sofonisba aceptaría, renuente, este compromiso. Pero esto creaba un nuevo problema: Masinisa. Giscón intentaría asesinarlo, pero el príncipe númida escaparía y volvería a sus tierras. El primer paso que tomó el agraviado Masinisa fue aliarse con los romanos, pactando con Lelio y las fuerzas de Escipión. Con esta vital ayuda, pudo derrotar a sus rivales y convertirse en jefe de los mesulios. El siguiente paso era derrotar a los cartaginenses y a los númidas de Sifax para reconquistar a su prometida que le había sido arrebatada.
Aquí llega el giro más trágico de la historia. Luego de que las fuerzas cartaginesas fuera derrotadas por Escipión en la batalla de los Grandes Campos, los númidas huyeron. Ante la amenaza de deserción, Sifax intentó un desesperado ataque en Cirta, en territorio mesulio, pero fue derrotado y capturado. Masinisa, victorioso y con Sifax en su poder, también atrapó a la esposa del rey. La astuta Sofonisba explicó que había sido desposada contra su voluntad y qué deseaba la muerte antes que ser cautiva de los romanos. No solo esas palabras fueron convincentes, sino que rápidamente contrajo segundas nupcias con Masinisa. Pero aquí interviene Escipión "el Africano". Según algunos autores, Escipión deseaba llevarla a Roma para pasearla como prisionera y ejecutarla, como terminó sucediendo con Sifáx. Otros dicen que quería que la influencia de Sofonisba, fiel patriota de Cartago, no afectara a un Masinisa recientemente convencido. Por otro lado, Plutarco nos viene con el caballeresco relato de que quería quitársela a Masinisa para que el príncipe númida no se desquitara con ella por su traición. Como fuera, los romanos le exigieron entregar a Sofonisba o convertirse en enemigo de Roma. Masinisa, que aún seguía perdidamente enamorado de ella, se presentó ante Sofonisba y le dijo que, dado que no podía cumplir con sus votos matrimoniales, cumpliría con otra de sus promesas. Junto a este mensaje, envió una copa de potente veneno. Sin siquiera dudarlo, Sofonisba lo tomó en sus manos y, antes de beberlo, dijo:
"Acepto este regalo de boda, nada desagradable si mi marido no puede hacer nada más por su esposa. Pero le digo que habría muerto más feliz si mi lecho nupcial no hubiese estado tan cerca de mi tumba"
El suicidio de Sofonisba, su final rebeldía contra Roma, tiñó de una infinita tristeza el triunfo de Masinisa. Los mismos romanos estuvieron impactados por ello y Escipión se apresuró a consolar al recién coronado rey númida, colmándolo de regalos y honores. Pero de su mente no se iba la idea de que su amada había preferido la muerte antes que ser esclava de Roma. Por esa decisión, esa astucia y el inquebrantable sentido del honor que la guio, la leyenda de Sofonisba llegó hasta nuestros días.
Fuentes:
Tito Livio, Ab Urbe Conditia, libro 30, 12 - 17
Plutarco, Escipión, 29
Dión Casio, Historia Romana XVIII, 51 - 52
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