Cornelia, una mujer en Roma

Cornelia, una mujer en Roma

En la historia romana, es claro que los nombres que hilvanan el relato son todos de hombres. Las pocas excepciones suelen ser figuras femeninas ladinas y astutas que se la pasan complotando o mujeres que mueren trágicamente por algún asunto de honor. En la narrativa romana solía ser así y, aunque Cornelia Africana parece entrar más en la segunda categoría de mujeres entregadas por completo a la virtud, entre líneas podemos encontrar a una persona culta, tan filosa en el debate y la retórica como dedicada en la crianza de sus hijos. 

Cornelia junto a sus dos hijos, Tiberio y Cayo

Nacida para el 189 a.C., era una de las hijas de Paula Emilia Tercia y Cornelio Escipión "el Africano". Como hija de uno de los más importantes héroes romanos y parte de la prestigiosa familia de los Escipiones, Cornelia recibió una educación muy dedicada, la cuál se reflejó a lo largo de su vida. Teniendo 17 años, fue desposada por Tiberio Sempronio Graco, un tribuno que había sido aliado político de su padre. Tiberio, por su lado, era un ascendente político y militar romano, que pronto lograría alcanzar el máximo cargo en la República, el consulado. Pese a que existía una diferencia de veintiocho años entre ambos, la unión parece haber sido muy feliz, uno de los poco matrimonios patricios por alianzas que resultó en un verdadero afecto. Además, fue una unión particularmente fructifera: se cuenta que tuvieron doce hijos, seis mujeres y seis varones, de los cuáles solo tres se conoce su destino en la adultez.

La joven Cornelia junto a su esposo, el cónsul Tiberio

De Plutarco nos llega una leyenda en particular, la cuál cuenta que dos pequeñas serpientes fueron encontradas en el lecho matrimonial. Al consultar los augures respecto a este presagio, les informaron que eso significaba que uno de los dos moriría, dependiendo de a cual de las dos serpientes sacrificaran. Entre las dos serpientes, una macho y otra hembra, Tiberio decidió matar la serpiente macho, sabiendo que eso significaba que él moriría. Más allá de la verdad de este mito, Cornelia quedó viuda en el 154 a.C. Dada su fama en los círculos patricios, tuvo varios pretendientes. El más famoso de ellos sería el mismísimo rey de Egipto, Tolomeo VIII. Aquí, Cornelia hiso gala de su voto de jamás volver a casarse y rechazó a todos los que se presentaron con regalos y dotes increíbles. Su dedicación, nos cuentan, sería enteramente la educación de sus hijos y esa es una de las principales virtudes que rescatan los autores clásicos. Como forma de atacar las costumbres de sus contemporáneos, escritores como Tácito, Tito Livio y el mismo Plutarco mencionan la simpleza y la frugalidad con la que Cornelia se manejaba. En cierta ocasión, una noble patricia la visitó para presumir sus joyas mientras que Cornelia solamente señaló a sus hijos y comentó "He aquí mis joyas".

Cornelia y sus joyas (pintura de Elizabeth Jane Gardner Bouguereau, 1870)  

Es que en cierta manera, la historia oficial romana retrató a Cornelia como una matrona ideal por sobre todas las cosas. De los doce hijos que tuvo, solo sabemos que sucedió con su hija Sempronia, la cuál desposó a Escipión Emiliano, el destructor de Cartago (a la vez, primo de Sempronia), así como el destino de Tiberio y Cayo, ambos inmensos dentro de la política romana. En ciertas versiones, la visión política populista de los hermanos parece haber estado influenciada por la educación helenizada que Cornelia les dio, abonando a los ideales humanistas de cierta igualdad entre los ciudadanos. Sin embargo una de las cosas que más se destaca en los relatos es la agudeza del intelecto de Cornelia, siendo frecuentada por buena parte de la nobleza por la locuacidad de sus discursos, lo cual también heredó a sus hijos. En particular, Plutarco nos narra en un pasaje que:

"Se recuerdan también muchos dichos de Gayo acerca de ella, pronunciados con elocuencia y públicamente contra uno de sus enemigos: «¿Tú — dijo— insultas a Cornelia, la que dio a luz a Tiberio?», y, como ese que insultaba era acusado de afeminado, añadió, «¿Con qué derecho te comparas con Cornelia?, ¿has parido, como ella? Y, por cierto, que todos los romanos saben que ella ha estado más tiempo sin marido que tú, aunque eres un hombre». Tal era la mordacidad de sus discursos y muchos ejemplos parecidos pueden sacarse de sus escritos."

Incluso, de ciertos autores, ha llegado un extracto de una presunta carta que Cornelia envió a su hijo Cayo, reprendiéndolo por su política demasiado extremista (se puede encontrar en la obra en Vidas ilustres, de Nepote). Si bien la autenticidad del fragmento es discutible, de ser verdadero podría ser de los pocos ejemplos que sobrevivieron de la escritura de una mujer romana, del cual podemos leer, entre otras cosas, lo siguiente:

"Me dirás que es bello vengarse de nuestros enemigos, pues bien, yo misma estoy plenamente convencida de que esa venganza es lo más grande y más hermoso que existe, pero a condición de que el consumarla no implique com­prometer al Estado. Pero, habida cuenta de que tal condi­ción es irrealizable, es preferible que nuestros particulares enemigos sigan vivos durante mucho tiempo y donde quie­ra que sea, y que conserven su situación antes de ver que el  Estado se vea herido y muera.""

Al final de sus días, Cornelia sobrevivió a su esposo y a casi todos sus hijos (solo Sempronia se salvó del torbellino político desatado por sus hermanos). Luego de la muerte de Cayo, se retiró a una vivienda en los campos romanos, donde continuó hasta sus últimos días cultivando la lectura de los clásicos y las charlas de política y cultura. Entre sus distinciones se encuentra la de haber sido la primera mujer en tener una estatua erigida en su honor en el Foro de Roma, por encargo del mismísimo Senado. En ella estaba inscripta "Cornelia, madre de los Graco", fiel a su fama de figura materna. Como toda mujer en su tiempo, los testimonios que nos llegan de ella están atravesados por hombres, pero se puede entreveer la fuerte influencia que ejerció en la política desde esa posición. En la antigua Roma existía una clara desigualdad de genero en las leyes y el trato, pero pese a ello, ciertas mujeres como Cornelia lograron hacerse su lugar en ese hostil mundo y quedar inscripta en la historia, aún milenios después de su muerte.

Todo lo que queda de la estatua de Cornelia: un podio donde se lee "Cornelia, madre de los Graco"

Fuentes:

Plutarco, Vidas Paralelas - Tiberio Graco. 25.5

Valerio Máximo, Hechos y dichos memorables. IV, 4.

Cornelio Nepote, Vidas. En Fragmentos, 1.

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