Un fin de año romano
Este año fue interminable y muchos vimos como pasaban los meses de una forma inedita (por lo lento o por lo rápido). Casi todos los meses del año siguen teniendo sus raíces en la antigua Roma, pero ¿el año romano no empezaba exactamente en enero?
Como tantas cosas que tenemos hoy en día, nuestro calendario es de origen romano. Algunos meses tienen nombres que son claramente de origen romano: marzo en honor al dios Marte, el mes de junio por la diosa Juno, el quinto mes en ese calendario fue llamado julio en honor a Julio César, y así en cada caso. En la primera versión del calendario, solo había diez meses, pero Numa Pompilio, el segundo rey que tuvo Roma, amplió esa cantidad a doce agregando dos meses más al principio del ciclo. Incluso, el mismísimo Numa determinó que el segundo mes que se agregaba tenía que ser más corto, de 28 días, para completar correctamente la cuenta de días del año. Qué genio este Numa, ¿no?
El primero de los meses que agregó este rey de Roma, el mes Iaunaurius estaba dedicado al dios Jano (de quien pueden leer mas aquí). En términos simples, el dios Jano era la divinidad dedicada a los cambios y transformaciones en general, tanto materiales como espirituales. Se lo identificaba con un hombre de dos caras, ya que mira a la vez al futuro y al pasado con claridad. Otras veces, una de estas caras era joven y otra anciana, para demostrar el paso del tiempo.
Una de las particularidades de este calendario es como lo usaban para definir sus políticas. Durante la mayor parte del periodo republicano, los cónsules solían ser electos y asumían su cargo en los idus de marzo. Los meses en la antigua Roma tenían tres fechas particulares: las calendas, que eran el primer día del mes; las nonas, el quinto día del mes; y los idus, ubicados entre los días 13 y 15 del mes, según la posición de la luna. En torno a esos días existía una enorme cantidad de indicaciones y rituales que debían ser realizados en esas fechas exactamente, incluso los actos políticos.
Cuenta la leyenda que, hacia l54 a.C., la guerra contra la tribu hispánica de los segedenses estaba dando tantos problemas a Roma que deberían enviar a los ejércitos consulares. El problema era que faltaba muy poco para las elecciones y, entre que los cónsules viajaban y llegaban hasta allí, casi no tendrían tiempo de hacer la guerra porque pronto serían reemplazados. Por esto, el Senado decidió que el año civil y religioso debería pasar a comenzar en las calendas de enero.
Si bien es cierto que a partir de la guerra en Hispania los cónsules empezaron a ser nombrados en el 1 de enero, el año romano ya comenzaba en esa fecha formalmente. Los autores clásicos de siempre, en particular Ovidio y Plutarco, no aclaran concretamente la cuestión de que posición ocupaba el mes de enero. Quizás luego de los saturnales los romanos perdían un poco la razón, pero al parecer desde el reinado de Numa Pompilio que se comenzaba el año en ese primer mes, más allá de este cuento sobre los hispanos. En todo caso, desde la Historia de Roma les deseamos que Jano los guie de forma favorable a este 2021.
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